Los máximos alcanzados por los índices estadounidenses invitan a lo agoreros a pronosticar una brusca corrección en Wall Street. Son diez años ininterrumpidos (si en éste no hay sorpresas) de subida de las Bolsas estadounidenses que algunos prevén que tenga un final brusco en los últimos meses.
El Nasdaq cercano a los 8.000 puntos, con el Dow Jones por encima de los 26.000 puntos o el S&P 500 tonteando con los 3.000 puntos son niveles nunca vistos hasta ahora.
El indicador más usado para estos pronósticos de caída es la planitud de la curva de los tipos de interés que siempre ha sido preludio de una recesión de la hasta ahora principal economía del mundo. Otros tan significativos como el premio Nobel de Economía Robert Shiller, indica que la Bolsa de EE UU es en este momento la más cara de todas.
El crecimiento exponencial de los fondos que replican índices, los llamados ETF, también se usa de argumento para indicar que los mercados están muy sobrecomprados y solo les queda caer.
Por el contrario, en este lucha entre alcistas y bajistas, los primeros encuentran que los índices estadounidenses no están caros por los llamados FANNG (Facebook, Alphabet, Amazon, Netflix, Twitter…), se han convertido en las nuevas estrellas del mercado, desplazando en valor bursátil a sectores tan asentados y, aparentemente, estables como las petroleras o las bancas. Sectores estos últimos que hace solo una década encabezaban la capitalización de las grandes bolsas mundiales.
El experto en mercados y asesor del fondo Multiciclos Global FI Renta4, Juan Ignacio Crespo aporta hoy en su artículo diario otro elemento para pensar en un ajuste de las Bolsas estadounidenses.
